En la vida diaria, tomamos muchas decisiones y hacemos juicios todo el tiempo. Pero, ¿sabías que a menudo nuestras decisiones y pensamientos no son tan lógicos y objetivos como creemos? Esto pasa por los sesgos cognitivos, que son trucos que usa nuestro cerebro para simplificar la información y decidir rápido. Aunque a veces estos trucos pueden ser útiles, también pueden llevarnos a errores y pensamientos equivocados.
Estos sesgos son el resultado de la evolución de nuestro cerebro, diseñado para procesar información de manera eficiente en lugar de ser completamente preciso. Tomar decisiones precisas pueden llevar demasiado tiempo del que la mayoría de las veces no disponemos. Así que es una solución de compromiso que suele funcionar (o no)…
Para entenderlo mejor veamos un ejemplo sencillo:
El dilema de huir o investigar
Imagina a un joven en la edad media que vive en una pequeña aldea rodeada de un bosque denso. Un día, mientras camina por el bosque recolectando frutas, escucha un ruido entre los arbustos. El joven debe decidir rápidamente: ¿debería investigar el ruido o salir corriendo?
Decisión rápida y conservadora (por el «Sesgo de disponibilidad«):
Decide salir corriendo sin mirar atrás. Puede que pienses que ha sido una decisión un tanto exagerada, pero, ¿y si te digo que el joven recordó historias recientes de su vecino sobre avistamientos de osos en el bosque. Este es el sesgo de disponibilidad, que hace que las personas sobrestimen la probabilidad de eventos basándose en ejemplos recientes o vívidos, le lleva a pensar en el peor escenario posible. Aunque el ruido podría haber sido causado por un conejo inofensivo, su mente trajo a la memoria la historia del oso, llevándolo a reaccionar rápidamente para protegerse.
Decisión precisa, pero que lleva más tiempo:
Si hubiera decidido investigar primero, podría haber descubierto que el ruido era solo un animal pequeño e inofensivo. Esta decisión más precisa le habría permitido continuar recogiendo frutas sin perder tiempo, pero también podría haber sido arriesgada si el ruido realmente fuera un oso.
En resumen, aunque la decisión de correr fue impulsiva y basada en el sesgo de disponibilidad, fue útil para la supervivencia. En situaciones de peligro, nuestros sesgos nos ayudan a reaccionar rápidamente para mantenernos a salvo, aunque no siempre de manera precisa. Por eso decimos que los sesgos cognitivos son atajos en nuestro pensamiento que en muchas ocasiones nos hacen juzgar mal a personas y situaciones.
Necesarios y útiles, ni buenos, ni malos
Como siempre, no podemos decir que los sesgos son buenos o malos. Es un mecanismo evolutivo y todas las personas los llevamos “de serie”. Hay muchos sesgos conocidos y tendemos a “caer” en ellos en ciertas circunstancias, pero lo importante es conocerlos, familiarizarnos con ellos y tratar de aprovecharlos de la mejor manera posible.
Lo ideal es que cuando tenemos que tomar decisiones importantes, y tengamos tiempo, podamos pararnos a pensar sobre las opciones y ser capaces de tomar las mejores decisiones con los datos que disponemos, sin caer en sesgos que pueden no ser útiles en estas situaciones.
La Psicología lleva años estudiando los sesgos, podría decirse que la investigación sobre los sesgos cognitivos comenzó a tomar forma en la década de 1970. Uno de los momentos clave fue la colaboración entre los psicólogos Amos Tversky y Daniel Kahneman, que realizaron investigaciones pioneras en este campo. Sus trabajos sentaron las bases para entender cómo las personas toman decisiones y los errores sistemáticos que pueden cometer debido a los sesgos cognitivos.
¿Cómo Influyen en Nuestro Día a Día?
Los sesgos cognitivos influyen en prácticamente todos los aspectos de nuestra vida diaria. Afectan nuestras decisiones en el trabajo, nuestras relaciones personales, y nuestras opiniones sobre temas sociales y políticos. Por ejemplo:
- En el Trabajo: Un gerente puede favorecer inconscientemente a un empleado que comparte sus puntos de vista, debido al sesgo de confirmación.
- En las Relaciones Personales: Podemos formar impresiones equivocadas sobre otras personas basadas en primeras impresiones o información incompleta, influenciados por el efecto halo.
- En la Toma de Decisiones: Podemos tomar decisiones financieras basándonos en experiencias recientes, en lugar de un análisis objetivo, debido al sesgo de disponibilidad.
Veremos más ejemplos en próximas entradas y explicados en detalle, pero sirva esta muestra como introducción y adelanto.
Conocerlos para identificarlos es una estrategia inteligente
Desde Cuidando Mentes queremos ayudaros a conocerlos e identificarlos, por eso hemos decidido iniciar una serie de entradas en el blog (Sesgos cognitivos) tratando sobre los sesgos, sus tipos, utilidad y cómo manejarlos adecuadamente.
En esta primera entrada, solo hablaremos de una posible categorización según el ámbito en el que afectan nuestra percepción y juicio. Aquí os dejamos los grupos de sesgos de veremos y una breve explicación y un par de ejemplos de cada categoría:
- Memoria: Sesgos que afectan cómo recordamos la información.
- Efecto de recencia: Tendencia a recordar mejor los últimos elementos de una lista.
- Efecto de primacía: Tendencia a recordar mejor los primeros elementos de una lista.
- Social: Sesgos que influyen en nuestras interacciones y percepciones sociales.
- Sesgo de correspondencia: Juzgamos a los demás por su personalidad, pero a nosotros mismos por la situación.
- Efecto halo: Si ves a una persona con un rasgo positivo, esa impresión positiva se extenderá a otros rasgos.
- Aprendizaje: Sesgos que afectan cómo adquirimos y procesamos nueva información.
- Efecto de falso consenso: Tendencia a creer que hay más gente que está de acuerdo con nosotros de la que realmente es el caso.
- Maldición del conocimiento: Una vez que sabemos algo, asumimos que todos los demás también lo saben.
- Creencia: Sesgos que influyen en nuestras creencias y juicios.
- Sesgo de confirmación: Tendencia a buscar, interpretar y recordar información que confirme nuestras creencias preexistentes.
- Efecto arrastre: Tendencia a hacer o creer en algo porque muchas personas lo hacen o lo creen.
- Dinero: Sesgos que afectan nuestras decisiones financieras.
- Efecto dotación: Valoramos más las cosas simplemente porque las poseemos.
- Aversión a la pérdida: Tendencia a preferir evitar las pérdidas en lugar de obtener ganancias equivalentes.
- Política: Sesgos que influyen en nuestras opiniones y decisiones políticas.
- Pensamiento de grupo: El deseo de armonía en el grupo lleva a tomar decisiones irracionales.
- Sesgo de statu quo: Tendencia a preferir que las cosas se mantengan igual, resistiéndose al cambio.
Son muchos, pero no os preocupéis, los iremos viendo con ejemplos de situaciones cotidianas. Reflexionaremos sobre su utilidad y aspectos a tener en cuenta para aprovecharlos cuando hace falta y evitarlos cuando no ayuden.
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